Alimentación complementaria: Se refiere a los nuevos alimentos que complementan a la leche, ya sea materna o de fórmula. En ningún caso la sustituyen.
Llega un momento en la vida del niño en que la leche no es suficiente para satisfacer todas sus necesidades nutricionales. No es que la leche haya perdido sus propiedades sino que no bastan. Pero la leche debe ser el alimento fundamental.
Todos los bebés se desarrollan a un ritmo diferente, por lo que la edad de comenzar sólidos puede variar de un bebé a otro. La OMS recomienda lactancia exclusiva hasta los 6 meses (Se entiende como “6 meses” el último día del 6º mes). Se pueden ofrecer otros alimentos complementarios a partir de los 6 meses, aunque si el desarrollo sigue siendo adecuado, tal vez no sea necesario dar otros alimentos hasta los siete o incluso los ocho meses.
A veces, pensando siempre que será lo mejor para nuestro bebé, comenzamos prematuramente a ofrecer alimentos complementarios. O bien, pensando que de momento con la leche se sacia, demoramos en exceso su introducción. Ambas posibilidades tienen inconvenientes en relación al desarrollo de nuestro pequeño.
Cómo saber si es el momento
Debemos estar atentos a los primeros signos que nos indican que nuestro bebé puede estar preparado para comenzar con alimentación complementaria:
- Es capaz de permanecer sentado. Durante la comida el pequeño ha de estar sentado ya que de lo contrario aumenta el riesgo de atragantamiento.
- Ha perdido el reflejo de extrusión. Es decir, ya no empuja con la lengua la cuchara para sacarla de la boca.
- Muestra interés por la comida de los adultos. Como he comentado anteriormente, no todos los niños están preparados para la alimentación complementaria al mismo tiempo ni todos comen la misma cantidad desde el inicio. Lo que está claro es que tarde o temprano, todos los niños empiezan a interesarse por otros alimentos y que mientras tanto, la lactancia cubre sus necesidades.
- Da signos de hambre y de saciedad. Sabe hacerse entender cuando quiere continuar comiendo o cuando esta saciado y no quiere más.
Algunas trucos prácticos
Los niños de pecho suelen preferir comer lo mismo que sus madres. Es decir, no hace falta triturar ni preparar algo especial para ellos. Prueba a separar un poco de tu comida antes de añadir sal o especias y dale a probar.
Fruta rallada o aplastada en vez d triturada, verdura hervida y troceada o aplastada con un tenedor, pollo en tiras o la carne picada rehogada. Trocitos de pan, arroz hervido, pasta hervida…
A veces basta con modificar un poco nuestra dieta para poder separar un poco para los peques y lo mismo le llama más la atención. También puede funcionar comer todos juntos, adelantar un poco nuestros horarios de comidas. Muchas veces, por imitación comen algo más…
No olvides que 3 o 4 cucharaditas no es «NADA». 3 o 4 cucharaditas, es algo, y es bastante en el caso de que antes de comer le deis pecho o una toma de leche de fórmula.
Es importante no obligar, que no tomen por algo negativo la hora de la comida. La mejor estrategia para determinar la cantidad de alimentación complementaria que debe ingerir un niño es fiarse de su propio sentido del apetito.
El único déficit en el caso de la leche materna es que a partir de cierta edad el peque puede presentar falta de hierro, pero no siempre en la misma edad y no todos los peques. Esto se puede compensar con ofrecer en la mayoría de las ocasiones alimentos ricos en hierro. Las pocas o muchas cucharadas que coma, algo de hierro le aportaran.
Recuerda también que la leche materna es pobre en hierro pero el poco que tiene se absorbe mejor que el hierro presente en cualquier otro alimento, incluso que el que hay para enriquecer la leche de fórmula.
Conclusión
No hay que agobiarse. Incluso aún siguiendo con purés, ya que no siempre la solución es introducir alimentos sólidos, teniendo en cuenta que antes de las comidas es importante que tu peque tome pecho o una toma de leche de fórmula, las tres o cuatro cucharadas que tome son perfectas para que siga creciendo como hasta ahora.