El nacimiento de un hijo siempre es un acontecimiento que genera numerosas expectativas en toda la familia. La futura mamá siente la presencia de su hijo desde el principio en el embarazo, a través de los síntomas que le anuncian al nuevo ser.
A lo largo del embarazo ella va sintiendo los cambios, el crecimiento de la tripa, los movimientos del bebé, esa «compañía» permanente que hace que nunca se sienta sola, y todas las innumerables transformaciones por las que va pasando no sólo su cuerpo, sino toda ella: los cambios de humor, la sensibilidad, ese estado de ánimo tan particular que es difícil de compartir y comprender por los demás. Ella está «distinta» en muchos sentidos.
En cambio, para el futuro papá las cosas son un poco diferentes, ya que aunque él acompañe los cambios de su mujer, nunca va a sentir lo que ella siente, por lo que su futuro hijo es en realidad un ser al que podrá acercarse y conectarse, pero sólo en parte. El momento del nacimiento será de gran expectativa para este papá, y realmente cuando lo pueda ver, sentir, tocar, mirarlo, hablarle, se transformará para él en alguien más «real»‘. Por si esto fuera poco hoy, a diferencia de otro momento en el pasado, se espera que el futuro papá juegue un rol mucho más protagonista respecto de su hijo: que asista a las reuniones de preparto, que participe en el parto, que cambie los pañales… Y aunque los papás de hoy están genuinamente más cerca de todo el proceso de gestación y parto, a veces se transforma en un exigencia, más que en algo placentero.
Es muy importante permitir que cada papá vaya construyendo la relación con su pequeño poco a poco y como él quiera, dándole la libertad y el lugar para que pueda ensayar distintos modos de estar con él, tomándose todo el tiempo para ir encontrando su particular manera de ejercer la paternidad.
Cabe mencionar también los movimientos que se producen en el interior del futuro padre, sus miedos, su replanteo de la relación con sus propios padres, su ataque de hiper-responsabilidad frente a los desafíos que plantea una nueva familia…Y todo esto en el marco de un rol asignado de sostén del otro, quedando siempre para algún momento incierto la atención de su propia crisis de paternidad.